Divertido, por momentos, y patético la mayor parte del tiempo. Esas son las primeras palabras que se nos vienen a la mente a la hora de definir la campaña presidencial de este fin de año.
Divertido
¿Qué otra cosa, sino una sonrisa es lo que nos puede provocar la propaganda política empleada hasta ahora?
Candidatos en medio de un campo de girasoles, o agarrando una cesta de frutas (con colores que de tan cursis ya casi se pasan a la estética gay); candidatos que se balancean sobre un terreno movedizo (básico como un capítulo de Los Teletubbies) o candidatos que sí “saben escuchar”, en fin, esta vez los creativos encargados de definir visualmente las propuestas presidenciales no aciertan una.
Slogans como: “El verde lo pones vos” o “Ese candidato no debate porque tiene miedo”, nos recuerdan al tristemente célebre “Vota por Dios, elige no”.
Mensajes insoportablemente básicos. Quizás un curso intensivo con los genios de la Coca-Cola o de Benetton o de Sprite o de Mastercard no les vendría nada mal…
Patético
Un candidato al que le dijeron que debía poner “cara de malo” (y que nadie se la creyó), otro que intenta demostrar que su pasado es intachable, profundamente democrático y transparente y, finalmente, otro que muestra un montón de obras “en construcción” nos dejan, por el momento, un sabor agridulce.
Desde el lado mediático, mediocre la cosa. ¿Será la misma tónica en sus respectivos Planes de Gobierno…? Dios no lo quiera.

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